domingo, 8 de junio de 2008

Me las prometía muy felices...


pero era demasiado pronto para cantar victoria.

Estos días atrás todo parecía indicar que el proceso de dejar de fumar iba viento en popa. Estaba muy optimista y las ganas de fumar no existían. Había utilizado únicamente 18 pastillas de bupropión cuando te suelen recetar 130 y me mantenía firme en la idea de no fumar... En el fondo pensaba que estaba siendo demasiado fácil. Y la realidad lo ha confirmado.

La terrible ansiedad que solía tener los primeros días cuando intentaba dejar de fumar en otras ocasiones ya es solo un recuerdo del pasado. La necesidad física de nicotina ha desaparecido. Sin embargo ahora toca "desaprender" toda la rutina relacionada con el tabaco, como fumar cuando escribía en el ordenador, cuando terminaba cualquier comida, cuando salía del cuarto de baño, cuando salía de cualquier sitio donde no se podía fumar, cuando quería "hiperconcentrarme", ... es decir, siempre. Siempre tenía que saciar al monstruito de la nicotina que habitaba dentro de mi, siempre tenía que evitar la abstinencia de nicotina.

La dependencia psicológica ahí está. Aún persiste. Aunque hay ratos en los que no soy consciente de que "estoy dejando de fumar" sino simplemente vivo sin sufrir interferencias de esos 13 años que he estado echando humo cual chimenea.

Como sustitución de la terapia psicológica que debe llevar toda deshabituación tabáquica según los expertos, sigo leyendo todo lo que encuentro en Internet sobre cómo dejar de fumar. En estas lecturas he descubierto un apoyo que no conocía. Consiste en que los días antes de dejarlo vas depositando todas las colillas en una botella de cristal. Cuando dejas de fumar la rellenas hasta la mitad más o menos con agua y la guardas. Cuando te entren las ansias irresistibles de fumar coges esa botella, la abres, y aspiras el aroma. No quiero ni imaginarme la peste que tienen que echar 20 ó 30 colillas a remojo durante varios días, además del color negruzco que cojera el agua. ¡Qué asco solamente de pensarlo!

En el lado positivo, que siempre tiene que pesar más que el negativo, cabe destacar que he empezado a disfrutar de los espacios públicos cerrados. En el caso concreto que nos ocupa: del teatro. Hace un par de días estuve viendo una obra de teatro en la que participaba un amigo y el hecho de no estar calculando cuanto tiempo quedaba para entrar para fumarme el último, ni salir corriendo para fumarme el siguiente después de la obra, me dejo gratamente sorprendido. Gratamente sorprendido de lo natural y lo fácil que fue. En realidad, fumar complica más las situaciones sociales que no hacerlo, y encima es más caro. Yo ya lo estoy empezando a notar en mi bolsillo.

Bueno aquí paro porque podría estar analizándome y dándome razones con las que confirmar que estoy tomando la decisión correcta durante muchos minutos más. Sin embargo, los quiero aprovechar para gastarme el dinero que llevo ahorrado por dejar de fumar.

Aunque creo que voy a vencer, estoy pasando momentos críticos, en los que la motivación va desapareciendo. Sigo con mi lucha contra el tabaco.

"No fumo desde hace 2 semanas, 2 días y 2 horas. En este tiempo he dejado de fumar 419,19 cigarrillos y me he ahorrado 52,40 Euros"

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